Ya me lo dijo mi compi Mª
José que me conoce: “llévate pañuelos” y los usé, vaya que si
los usé.
Yo soy muy llorona, así
que le era fácil presuponerlo.
Me emocionó hasta la
médula y... ¡por tantas cosas!
Es una historia dura,
como la más sencilla de las historias reales y llena de personajes
especiales que llevan vidas normales, de esos de los que vivimos
rodeados a diario.
Yo diría que “el
olivo” es un bofetón de la realidad, un “mira esto es lo que de
verdad pasa” pero que las personas no miramos, complicadas como
andamos con nuestras prisas y nuestras complicaciones mundanas.
De todos los modos de comentarla, no puedo resistirme a hacer un análisis de género que me parece importante, la imposibilidad
masculina de gestionar los sentimientos y las emociones y las
tremendas consecuencias a que a veces lleva esto a los propios
hombres.
Es terrible lo tarde que
llega ese abuelo a sacar su "yo sensible" esperando a que sea en la relación que establece con la nieta en
contraposición a un rol paterno tan duro, que llega a llevarse por delante
todo una vida de entendimiento con sus propios hijos.
He visto en todas las
entradas recuerdos entrañables hacia los abuelos y en un principio
yo giré la vista hacia los míos y efectivamente, allí estaban, los
recuerdos maravillosos, entrañables, esa unión especial que te
lleva a considerarlos casi dioses y mantener de ellos recuerdos
imborrables.
Pero para mí, “El
olivo” es, mucho más, es además una historia triste de relaciones de padres e
hijos faltos de risas, de abrazos, de emociones y sentimientos
compartidos y el dolor tan inmenso que esa falta de compartir
emociones produce.
Y como siempre, son las
mujeres las que nos salvan, desde la hermana que a escondidas le
proporciona el lugar donde se encuentra el olivo, hasta esa conjunción de
amigas dispuestas a todo por ayudarla y como no, ese personaje tan
bordado por Anna Castillo de mujer fuerte, decidida, llena de dolor,
de rabia y por supuesto, de amor.
También la película,
con el personaje de Pep Ambrós nos muestra un futuro esperanzador, a
través de ese mundo de emociones tradicionalmente propias del mundo
femenino, el amor sin condiciones, el sacrificio, el silencio..., que hacen de él, un personaje maravilloso que nos muestra ese pequeño
paso a otro tipo de “masculinidad”.
El olivo, no es una
película para ver solo una vez, es de esas películas de las que
sabes no te vas a cansar de repetir y repetir y en cada uno de los visionados vas a encontrar cosas nuevas y desde luego es de esas
películas que sirven de bálsamo porque abren una puerta a la
esperanza.
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