lunes, 28 de marzo de 2016

Yo, el viejo olivo


He visto pasar muchas generaciones de varias civilizaciones.
Se han abrazado a mi tronco íberos, fenicios, griegos y romanos.
Mis ramas han vivido amores. Corazones, flechas y letras  grabadas son  testimonio de ellos.
Me han cantado grandes poetas como Lucrecio, Marcial, Miguel Hernández, Lorca o Machado.
Algunos tenemos nombre, como Domiciano, el olivo portugués de 6,9 metros de diámetro en su tronco y con más de 10 toneladas de peso.

A todos he dado lo mejor que tengo.
He dado el mejor de mis frutos.
Mi aceite ha recorrido mundos.
Pero ya no me valoran, me venden.
No es momento de emociones.
Me han arrancado de mi hábitat.
La crisis ha podido con mis hermanos españoles, pero también con mis primos griegos, portugueses, italianos y franceses.
Ahora, decoramos jardines en Oriente Medio, fincas de recreos particulares, campos de golf y rotondas.
Mi tronco retorcido hace honor a los giros de la Tierra durante años.
Quiero reivindicar que no soy una estructura verde. Soy historia viviente.
¡Soy un ser vivo!
¡Soy Patrimonio!

@camachomanarel

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